¿Cómo controlar qué y cuánto compartes sobre tus hijos en redes sociales? (II)
La tensión actual es entre el resguardo de la intimidad y la exposición, y en el caso de los niños resulta importante entender que su vida se hace pública porque la decisión la toma un adulto y no ellos mismos. Desde ahí, se ha comenzado a hablar de derechos digitales en la infancia, tomando en consideración “el derecho fundamental de protección de datos, así como la validez de su consentimiento, no sólo para acceder a las redes sociales, sino también para la realización de actividades habituales como subir fotos y videos personales”, según un estudio español al respecto.
Stacey Steinberg, abogada de la Universidad de Florida, define así el problema: “En el corazón del sharenting subyace la dificultad de equilibrar la balanza entre el derecho de los padres a la libertad de expresión y el derecho de los hijos».
Los derechos digitales de los niños
Creemos en que nuestros estados de privacidad son seguros pero, por ejemplo, el escándalo de Cambridge Analityca puso en evidencia la precariedad que hay respecto a la “confidencialidad” de la información que compartimos y cómo nuestros datos, aún cuando parecieran estar en un contexto de privacidad, pueden ser robados por terceros sin que ni siquiera nos demos cuenta, lo que claramente afirma la hipótesis de que más vale ser precavidos que sufrir las consecuencias de un clic sin conciencia.
Existe un par de preguntas que es fundamental que nos hagamos: ¿En qué medida las fotos que subimos en nuestras redes sociales responden a una necesidad humana intrínseca de reconocimiento? ¿Cuánto de nuestros contenidos en redes sociales busca alimentar nuestra autoestima como padres?
No es casualidad que parte de las imágenes y fotos que subimos, especialmente aquellas donde aparecen nuestros niños, sean de las que más comentarios positivos tienen, generando un refuerzo inmediato tanto a nivel personal como parental. “Qué lindo tu hijo”, “Qué exquisito”, “Es seca esa niña”, “Se ven maravillosos en esa foto”… Son algunos de los comentarios que pueden alimentar nuestra autoestima cómo padres cuando hemos dado en el clavo con una imagen.
Y esto tiene una explicación biológica, no solo psicológica. Ya que cada vez que recibimos un like o un comentario positivo, nuestros cerebros se activan, en particular nuestras neuronas liberan dopamina, un químico relacionado con la activación de los sistemas de recompensa y que ayuda a aumentar la sensación de placer y felicidad.
Ahora bien, más allá de lo que publicamos y los comentarios o likes que logramos, lo esencial es determinar a quién compartimos estos contenidos cuando se pone en juego la identidad e intimidad de nuestros hijos. Ya que estamos claros en que en la mayoría de los casos detrás de una publicación o post de un padre o madre, nunca hay una mala intención de por medio. Sino más bien nos hemos acostumbrado a captar nuestras vivencias cotidianas, sacar fotografías, grabarlas y compartirlas, como un acto propio de la era moderna.
Es preciso primero dejar de pensar que esto es una costumbre y comenzar a cuestionar la inmediatez en que esta ecuación se pone en juego. Así también, pedir y explicitar a nuestros amigos y familiares si queremos o no que compartan en las redes sociales las fotos de nuestros hijos, pedirles que respeten esta decisión, así también debería pasar con los colegios, grupos de apoderados o cualquier otra persona o grupo que tenga acceso a contenidos donde aparecen niños.
¿Cómo cuidamos de nuestros hijos en la era digital?
¿Por qué es tan importante ser activos en este tema? Especialmente porque un mal uso de las redes sociales trae consecuencias, y hay peligros que pueden ser invisibles en primera instancia pero tener un impacto negativo en la vida de quienes más amamos.
Para activarnos y empoderarnos en el tema, aquí compartimos algunas medidas o resguardos:
• Es preciso diferenciar qué fotos subir según la edad y etapa del ciclo vital de nuestros hijos. Lo que podría no molestar a un niño de cinco años, si puede ser vergonzoso para un adolescente. Con niños más grandes es importante tener una conversación y preguntarles qué tipo de fotos les gusta o no compartir, buscando tener su aprobación y autorización para esto.
• Ojo con la información que entregamos cuando subimos una fotografía o video. Las redes sociales son una especie de diario de vida en algunas familias, y a partir de estas se puede descifrar lo que hacen, a dónde van, con quién comparten, etc. Es importante evitar subir fotos que tengan información de nuestros hijos o de nuestros hogares, por ejemplo, su colegio, calle en la que vivimos, patentes de vehículos, etc.
• Informarse respecto a los ajustes de privacidad: a dónde llegue una foto dependerá de las medidas de privacidad y confidencialidad que tengamos.
• Decidir si mostrar o no el rostro de nuestros hijos: algunos padres han optado por no mostrar los rostros de sus hijos y taparlos con emoticones u otras imágenes para salvaguardar su identidad.
• No compartir nunca fotos de nuestros niños sin ropa, ya sea en la tina, en el baño o en actividades que son íntimas.
• Considerar al subir una foto o video, el efecto que lo compartido pueda tener en la autoestima del niño.
Hoy el tema del sharenting es parte de nuestras vivencias cotidianas. Internet y las redes sociales llegaron para quedarse hace rato y por lo mismo tenemos que manejar información al respecto y saber mediar el impacto que pueda tener nuestra huella digital.
¿Compartes fotos de tus hijos en redes sociales? ¿Tienes algún control al respecto?
Autor: María Paz Badilla, Directora Ejecutiva Fundación Ideas para la Infancia
Artículo publicado también en El Definido