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Llamadas, mensajes y videollamadas nos animan a salir de la oscuridad en la que nos ha sumergido el bicho, un virus que nos obliga a vivir en una situación de irrealidad silenciosa que nos desconcierta y atemoriza, y que obligará a reinventarnos como personas y a madurar como sociedad.

Existimos en torno a las palabras, las miradas y los gestos. Gracias a teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores nos mantenemos al día, nos relacionamos y comunicamos con otras personas durante el confinamiento. Los dispositivos tecnológicos nos ayudan a sobrevivir, con éxito, al aislamiento facilitándonos la vida personal y profesional.

En el contexto profesional, la tecnología nos permite estar operativos y ser productivos a través del teletrabajo, favoreciendo la conciliación, en circunstancias normales, y el desarrollo habitual de nuestras actividades, en circunstancias anormales.

En el contexto personal, la tecnología es una ventana abierta a nuestros seres queridos.

No puedo tocarte, abrazarte y besarte.

Pero puedo sonreírte, puedo mirarte, puedo hablarte, puedo escucharte, puedo cantarte, puedo tranquilizarte, puedo motivarte, puedo…

No puedes estrecharme, rodearme y acariciarme.

Pero puedes sonreírme, puedes verme, puedes conversar, puedes atenderme, puedes canturrearme, puedes calmarme, puedes animarme, puedes…

En tiempo de coronavirus, es tiempo de tecnología.

Tecnología que viene a arrojar luz sobre las sombras que se ciernen sobre nuestras cabezas y corazones.

Tecnología para comunicarnos.

Tecnología para relacionarnos.

Tecnologías para entretenernos.

Tecnología para rastrear, visualizar y prevenir contagios.

Tecnologías que favorecen la gestión del aprendizaje y el trabajo colaborativo.

Tecnologías adaptativas, escalables y virtuales con enorme potencial en cualquier actividad en la que se apliquen.

Las redes sociales ayudan a combatir el aislamiento facilitando el entretenimiento y el conocimiento: asistimos a estrenos de películas; festivales de música; charlas y conversaciones en directo; etcétera, y accedemos a cursos y clases de todo tipo en directo (cocina, música, oratoria, etcétera); páginas donde plantear dudas y hacer consultas; y, todo tipo de contenidos online.

Las aplicaciones de mensajería instantánea y las redes sociales permiten comunicarse, organizarse y compartir información a las personas que participan en iniciativas ciudadanas que aportan soluciones y subsanan, en alguna medida y de forma temporal, la falta de abastecimiento de material sanitario incrementando, en tiempo record, el número de productos y la calidad de los proyectos y aportando soluciones al contexto actual de necesidad.

Iniciativas que proponen movimientos y colectivos que logran que miles de aficionados a la impresión 3D, profesionales (médicos, diseñadores, ingenieros, desarrolladores y emprendedores fundamentalmente), pequeñas empresas e instituciones fabriquen mascarillas, viseras de acetato, ventiladores mecánicos o prototipos de respiradores asistidos gracias a los planos de ejemplares validados que circulan por la Red.

Los drones, como herramientas digitales que minimizan el contacto entre humanos, son muy efectivos en el transporte de material -medicinas, alimentos o repuestos- en zonas de riesgo. Instrumentos de probada eficacia en la vigilancia y control en el cumplimiento de medidas de prevención, supervisión, etcétera.

Ejemplos de colaboración desinteresada, impacto social y uso sostenible de una tecnología al servicio de las personas.

Gracias a la tecnología conectamos con el lado amable de la crisis sanitaria y desconectamos del exceso de información que recibimos sobre el virus, sus efectos y situación, que genera ansiedad.

Conocemos el aplauso que millones de seres dedicamos todos los días a los héroes de esta crisis, los profesionales sanitarios, y a todas aquellas personas que permiten que nuestra vida siga su curso normal, en casa, pero con todas las comodidades y seguridad.

Escuchamos el cumpleaños feliz que ciudadanos agradecidos cantan a generosos benefactores, vecinos que sufren soledad y familiares que cumplen un día más en circunstancias indeseables.

Asistimos, como espectadores de excepción, a conciertos ofrecidos por cantantes y músicos desde las ventanas y los balcones de sus hogares.

Vemos como los patios de vecinos se convierten en el escenario de imitadores, salas de conciertos, clases de distintas disciplinas gimnásticas, sesiones de bingo o discursos improvisados de entretenimiento que alegran los encierros y arrancan sonrisas.

Y, entre otras acciones, nos alegra el alma comprobar, en primera persona, como el bicho, denominación propia para un villano, ha puesto en valor al ser humano.

En tiempo de coronavirus, la tecnología para todas las edades ha potenciado la creatividad de los internautas y está demostrando que se encuentra preparada para atender las demandas digitales de millones de ciudadanos.

En tiempo de coronavirus, es tiempo de tecnología. Frente a la distancia social que impone el bicho, aplica el acercamiento digital que permite la tecnología.

En tiempo de coronavirus, conecta para desconectar.

 

Autor: Mar Castro, Pionera en investigación y difusión de NETiqueta en España y colaboradora de Dialogando.

Pionera en investigación y difusión de NETiqueta en España y colaboradora de Dialogando.

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