Cookie Consent by Free Privacy Policy Generator
Imagen vídeo
Social 5 min

Las decisiones más importantes para evitar los riesgos de los videojuegos

Una de cada tres personas en el mundo juega con videojuegos y una parte importante de esos gamers son menores de edad. Este sector de entretenimiento es cada vez más relevante en el mercado, presenta una facturación millonaria y protagoniza muchas conversaciones familiares que, con frecuencia, tienen que ver con los peligros percibidos y con cómo prevenir problemas.

En relación con los videojuegos, preocupan el uso problemático o excesivo, el acceso a contenidos inadecuados o a apuestas y gastos económicos, la violencia virtual entre jugadores… Preocupa también, en los últimos años, saber que grupos de delincuencia organizada reclutan a nuevos miembros a través de plataformas de videojuegos, para sumar a sus filas a menores de edad.

Ante tanto riesgo y tanta preocupación, parece que las familias tenemos únicamente tres posibles opciones: prohibir los videojuegos, permitirlos con cierto temor y con control de tiempo, o creer que todos son estupendos para todos nuestros hijos. Quizá, en lugar de vivir en prohibición, miedo o ignorancia, podemos pensar y tomar decisiones; las más importantes no son las relativas a permitir o prohibir,sino las que tienen que ver con elegir, conocer y acompañar. ¿Qué podemos hacer?

Elegir para prevenir: espacios digitales seguros

Hay que decidir sobre el tipo de consola que llegue a casa: ¿una que necesita conectarse a una pantalla y que puede estar en una zona común de la casa? ¿Una portátil que el niño pueda llevar donde quiera? Porque no es lo mismo…

Hay que decidir también sobre los juegos que les dejamos descargar o comprar. Podemos preguntar en tiendas especializadas, buscar información online o recurrir a los sistemas internacionales que clasifican videojuegos. PEGI y ESRB, por ejemplo, aplican un doble criterio: el relativo a la edad (de 3+ a 18+) y el centrado en el contenido, con parámetros como uso de lenguaje malsonante, representaciones de conducta violenta o sexual, incitación al consumismo o a hábitos nocivos para la salud, entre otras cosas.

Hay que informarse sobre el modo de juego: si solo juega tu hijo o si lo hace en línea con otros, si esa mezcla de jugadores incluye solo a conocidos o también a desconocidos, si el juego incluye chats o foros, si la dinámica es competitiva, de estrategia o creativa.

Hay que aprender sobre control parental en consolas y juegos de pantalla, para configurar preferencias de juego o claves de acceso. Las distintas marcas ofrecen diferentes alternativas que permiten gestionar tiempo de uso, restringir comunicación con otros jugadores o eliminar la opción de acceso a juegos no adecuados para cada edad, entre otras funcionalidades.

Hay que conocer el entorno de juego, porque videojuego en consola, app en dispositivo móvil o juego en plataforma online son experiencias con distintos matices. En este último caso, Roblox es una de las plataformas de juegos más populares entre niños y adolescentes. No es un juego ni una consola, sino una web multijuego y multijugador, con chats y foros, publicidad y tantos contenidos positivos como terribles. En este caso, podemos crear perfiles de menor de 13 años a nuestros hijos -si lo son-, o configurar un PIN para restringir el acceso a chats o mensajes.

Necesitamos que nuestros hijos accedan al mundo de los videojuegos de manera gradual, poco a poco y de acuerdo con su edad, y que lo hagan con una autonomía progresiva -y no total desde el principio-. Nuestra supervisión y nuestra implicación en la configuración de consolas, juegos o perfiles, es fundamental. Tanto como las conversaciones en familia.

Conocer para entender

Hay que tomar decisiones en relación con nuestros hijos: su edad, su carácter, su situación. Cómo sean influirá en que les cueste más o menos dejar de jugar, en que lo único que les atraiga sea el videojuego frente a otras opciones de ocio, en que se refugie en el videojuego para superar otras preocupaciones, en que hable o no con desconocidos, en que sepa o no cómo reaccionar o con quién hablar en caso de problemas.

Una vez tus hijos participan ya de este mundo, si te preocupa que puedan estar demasiado enganchados, pregúntate cómo juegan y qué más hacen: ¿estudian, salen con amigos, pasan tiempo contigo, hacen algún deporte, ha cambiado su conducta en casa o en el colegio?

Acompañar para ayudar: mensajes para nuestros hijos gamers

Hay que hablar en casa sobre el juego: lo que les gusta o no, los niveles, otros jugadores… ¿A qué juegan o qué juegos conocen? Tan solo el 33% de los menores conoce a los perfiles con los que interactúa en el mundo de los videojuegos en línea. Los menores de edad son especialmente vulnerables al fenómeno de la trata de personas a través de videojuegos como Free Fire, Fortnite, Minecraft y Roblox, de acuerdo con el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México. Hablemos de eso en casa, y aprovechemos la campaña No es un juego de Telefónica Movistar para abrir esa conversación. Puedes ver el video aquí

Imagen vídeo

Podemos hablar de cómo juegan y de qué les aporta ver jugar a otros, seguir a jugadores profesionales (gamers) y competiciones oficiales de videojuegos (eSports), escuchar a gente que retransmite partidas (casters)…  Podemos verlos jugar -incluso jugar con ellos- para saber a ciencia cierta de qué va el juego y cómo se desenvuelven o reaccionan.

Y podemos, finalmente, advertir sobre riesgos, recomendando acciones que les ayuden a mantener ellos el control sobre su juego, en lugar de facilitar ese control a terceros: evitar jugar o chatear con desconocidos, utilizar cuentas de correo electrónico secundarias para el juego, no proporcionar datos personales, telefónicos o bancarios, evitar el uso constante de micrófono o cámara, no compartir ubicación y, siempre, reportar cuentas agresivas o sospechosas.

Así que…

No hay videojuegos malos o buenos, beneficiosos o perjudiciales en sí mismos. Pueden crear conflicto en tu casa o no, y pueden incluso formar parte de la convivencia familiar. No podemos ignorar los riesgos de este tipo de ocio pero, si decidimos que nuestros hijos van a poder jugar con videojuegos, merece la pena que nos informemos sobre el mundo que les estamos abriendo. Las empresas y la industria del videojuego deben asumir más responsabilidad en lo que respecta a los productos o servicios que ofrecen, pero las familias necesitamos también implicarnos.

Periodista y autora del libro Ser padres en la era digital. Lleva una década dedicada a la divulgación sobre cultura digital, es directora del Área de Sociedad y Tecnología en Alabra y responsable del blog iWomanish, centrado en familia, tecnología y educación. Colabora con familias, instituciones, empresas y sector público, desarrollando iniciativas de cultura digital e impartiendo talleres y conferencias.

Entradas relacionadas

Scroll al inicio