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El lenguaje es una herramienta de poder. El instrumento que iguala en mayor medida a los humanos con un rol determinante en la socialización de las personas y su presentación ante los demás.

El lenguaje es el principal medio de relación e intercambio social. Tendemos a escribir en la Red como hablamos. Cuidar el lenguaje que ofrecemos en nuestras conversaciones contribuirá a la eficacia de nuestras comunicaciones a través de medios electrónicos.

La premisa lo que no se nombra, no existe justifica la demanda de un lenguaje que represente de forma equilibrada a hombres y mujeres sin ocultar, subordinar o infravalorar a ninguno de los sexos.

¿Es sexista el lenguaje que usamos en nuestras interacciones digitales?

El lenguaje es sexista cuando, con nuestras  palabras y expresiones, asociamos masculinidad con fortaleza y feminidad con debilidad.

El lenguaje es discriminatorio cuando usamos duales aparentes. Palabras, generalmente asociadas a animales y profesiones, que en función del género que se use tienen una connotación negativa o positiva/neutra. Perra, vaca, fulana, asistenta, gallina, secretaria, golfa o, entre otros ejemplos, mujer pública no tienen el mismo tono, sentido o significado que perro, toro, fulano, asistente, gallo, secretario, golfo o hombre público.

En este sentido, incluir los genitales masculinos o femeninos en nuestras expresiones condiciona el sentido, optimista o pesimista, respectivamente, del mensaje.

En los últimos años se han presentado distintas propuestas, conocidas como “uso del género no marcado” para promover el lenguaje no sexista y la erradicación de estereotipos femeninos en la comunicación digital.

¿Estas medidas favorecen la redacción, lectura y comprensión de las publicaciones que realizamos en la Red?

La utilización de la arroba como fórmula para integrar en la escritura en la Red a personas de ambos sexos propició un debate popular por su acierto o desatino. La arroba es un símbolo impronunciable, no un signo lingüístico, aceptable en la comunicación personal y en la publicidad e inadmisible en un contexto cultural o académico.

Es frecuente observar que la arroba ha sido sustituida por la “x”. Una variación de esta medida es el intento de sustituir la “a” y la “o” por una “e”, denominada “vocal no sexista” o “vocal neutra”.

¿Representan las palabras sin marcas de género un ejemplo de igualdad real de oportunidades o son una ilusión óptica de igualdad?

En la actualidad, se ha multiplicado la utilización del desdoblamiento de sustantivos, adjetivos y pronombres en su forma masculina y femenina. Las duplicaciones son repetitivas, ralentizan el discurso, cansan al lector y no suelen aportar información relevante. Resultan útiles como muestra de cortesía o para romper la asociación estereotipada de un cargo o profesión con un sexo concreto.

Otra propuesta, que dificulta la lectura y afea el texto, es la utilización de los paréntesis y las barras diagonales: estimado(a), querido/a, etcétera. Recomendables en impresos y textos esquemáticos.

¡El uso de la lengua es sexista, no el lenguaje en si mismo!

¿Usamos el lenguaje para tender puentes o para levantar barreras?

El español incluye sustantivos que designan a los sexos por igual, con independencia de su género gramatical. Destacan los epicenos –portavoz, ayudante, finalista, etcétera-, los colectivos –ciudadanía, equipo, profesorado,  etcétera-, los abstractos –coordinación, presidencia, riqueza, etcétera- y las perífrasis –público lector, comunidad universitaria, equipo investigador, etcétera-.

¿Los límites del lenguaje son, como afirmaba Wittgenstein, los límites del pensamiento?

El primer paso en el camino efectivo hacia un lenguaje inclusivo se inicia eliminando las expresiones y posturas que refuerzan los estereotipos, ideas de la realidad deformadas y aceptadas como verdaderas; rechazando chistes o bromas en las que se presenta a la mujer como el sexo débil, tonto o manipulable; y dejando de pronunciar refranes que fomentan o alaban la primacía de los hombres sobre las mujeres.

Otras acciones a favor del lenguaje igualitario que podemos plasmar en publicaciones, comentarios y mensajes en redes sociales, aplicaciones de mensajería instantánea, blogs, chats, foros y juegos en línea:

  • Uso de sustantivos comunes en cuanto al género: titular, estudiante, etcétera. Resultan muy útiles cuando se puede sustituir el determinante.
  • Utilización de los pronombres “quien” o “quienes” en lugar de “el que” o “la que”; “alguien” y “nadie” por “uno”, “alguno” y “ninguno”.
  • Empleo de determinantes sin marca de género: ”cada”, “cualquier”, “su/s”.
  • Variación en el orden de presentación de las personas, no anteponer siempre una desinencia a la otra.
  • Ofrecimiento del mismo tratamiento a mujeres y a hombres.
  • Supresión de relaciones de dependencia innecesarias: señora de…
  • Relevo en el orden en los desdoblamientos.
  • Uso de la segunda persona del singular en lugar de la tercera.
  • Elección de emoticonos sin rasgos de género, conocidos como emojis inclusivos.
  • Feminización de términos–presidenta, jueza, etcétera- que el uso consolidará.

Las palabra calman, irritan, convencen, enfadan, persuaden, esclarecen, enamoran… En la sociedad hiperconectada en la que nos relacionamos, los internautas somos modelos de comportamiento. ¡Convirtámonos en ejemplos a imitar!

 

Autor: Mar Castro, Pionera en investigación y difusión de NETiqueta en España y colaboradora de Dialogando.

Pionera en investigación y difusión de NETiqueta en España y colaboradora de Dialogando.

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