Poniendo frenos a la ciberdelincuencia
La ciberdelincuencia constituye uno de los ámbitos delictivos de más rápido crecimiento. Cada vez más delincuentes se aprovechan de la rapidez, la comodidad y el anonimato que ofrecen las tecnologías modernas para llevar a cabo diversos tipos de actividades delictivas. Estas incluyen ataques contra sistemas y datos informáticos, usurpación de la identidad, distribución de imágenes de agresiones sexuales contra menores, estafas relacionadas con las subastas realizadas a través de Internet, intrusión en servicios financieros en línea, difusión de virus, botnets (redes de ordenadores infectados controlados por usuarios remotos) y distintos tipos de estafas cometidas por correo electrónico, como el phishing (adquisición fraudulenta de información personal confidencial).
El alcance mundial de Internet ha permitido a los delincuentes perpetrar casi cualquier actividad ilegal en cualquier lugar del planeta, por lo que todos los países se ven obligados a adaptar sus métodos ordinarios de control a escala nacional para hacer frente a los delitos que se cometen en el ciberespacio. El uso de Internet por los terroristas, en particular para captar adeptos e incitar a la radicalización, representa una grave amenaza para la seguridad tanto a escala nacional como internacional.
Por otra parte, el peligro del terrorismo obliga a las autoridades a ocuparse de los puntos vulnerables en materia de seguridad de las infraestructuras relacionadas con la tecnología de la información, como las centrales energéticas, las redes de suministro eléctrico, los sistemas de información y las redes informáticas de las administraciones públicas y de las grandes empresas.
La naturaleza cambiante de la ciberdelincuencia
Hasta no hace mucho los autores de delitos informáticos eran individuos aislados o grupos integrados por pocas personas. Pero en los últimos tiempos se observa que organizaciones delictivas tradicionales y profesionales de la tecnología con intenciones delictivas están empezando a colaborar y a poner en común sus respectivos recursos y conocimientos.
Este enfoque ha resultado muy eficaz para los delincuentes que lo han adoptado. Se estima que en 2007 y 2008 la ciberdelincuencia tuvo un coste a escala mundial de unos 8.000 millones de USD. Por lo que toca al espionaje informático empresarial, en todo el planeta los delincuentes informáticos han robado a diversas empresas propiedad intelectual valorada en un billón de USD.
La función de INTERPOL
El programa de INTERPOL sobre ciberdelincuencia se basa en la formación y las operaciones, así como en diversas actuaciones para hacer frente a los peligros incipientes. Sus objetivos son:
• promover el intercambio de información entre los países miembros a través de grupos de trabajo y conferencias de alcance regional;
• impartir cursos con miras a establecer y mantener normas válidas para los profesionales del sector;
• coordinar operaciones internacionales y contribuir a su realización;
• confeccionar una lista de funcionarios de contacto disponibles las 24 horas del día en relación con las investigaciones sobre ciberdelincuencia;
• ayudar a los países miembros en el caso de que sufran ataques informáticos o en sus pesquisas sobre ciberdelincuencia, poniendo a su disposición servicios de investigación y de bases de datos;
• establecer colaboraciones estratégicas con otras organizaciones internacionales y con entidades del sector privado;
• poner de manifiesto peligros incipientes y compartir esta información con los países miembros;
• abrir un portal de Internet protegido que ofrezca datos y documentos operativos.
Fuente: Telefónica